Son muchos los miedos que conviven con nosotros, y no todos son visibles, es decir, que no somos conscientes de la mayoría de ellos, aunque sigilosamente dominan nuestras acciones.
Unos han sido heredados de nuestros familiares, otros quizás ya venían con nosotros en el nacimiento, muchos son transmitidos en la sociedad en la que vivimos, a través de los medios de comunicación por ejemplo, y el resto, los hemos adquirido con las propias experiencias al fracasar, cometer errores o al haber vivido situaciones con otras personas que nos han hecho daño.
Pero debemos diferenciar entre el miedo REAL, por ejemplo encontrarnos acorralados por un león hambriento que nos ve como un jugoso desayuno, y el miedo MENTAL, que tan solo es el pensamiento parloteando sobre lo que podría pasar en un futuro que todavía no ha llegado.
El miedo o lo que es lo mismo, el EGO-MENTE, entra en una espiral de pensamientos que nos llevan a sentir mucha angustia, incluso ansiedad. Esto pasa porque lo que pensamos no lo podemos controlar, no podemos actuar, es tan solo una suposición.
Yo siempre tuve mucho miedo, aunque no era consciente de ello. Pensaba que mis decisiones eran realmente mías y que la vida que tenía la había elegido yo, pero la verdad era otra muy distinta.
Mi vida se desarrollaba a través de decisiones condicionadas por el miedo que vivía en mi interior. Miedo al fracaso, a sufrir, a hacer el ridículo, a romper la imagen, a quedarme sin dinero, al rechazo, a la soledad y algunos otros.
¿Reconoces alguno de estos?
Pero el mayor de todos era abrirme al amor en general. Vivía de puntillas, evitando profundizar, me protegía con excusas y huidas que únicamente me alejaban más de mi corazón, de mi yo real, por miedo a que la niña que hay en mí sufriera, la misma que careció de abrazos de pequeña.
Cuando en el 2010 mi vida se rompió en mil pedazos y el miedo me llevó a la más absoluta oscuridad, se encendió en mí la luz de la verdad. Desperté a lo que verdaderamente soy y quiero, a ser consciente de mis miedos, de mis limitaciones, y surgió la fuerza necesaria para afrontarlos y superarlos con éxito.
En aquel momento me di cuenta de que mi MENTE no era YO.
Podríamos hablar de cómo el MIEDO condiciona nuestra vida, de cómo elegimos trabajos, estudios o relaciones que en el fondo de nuestro corazón no deseamos verdaderamente. De cómo aguantamos situaciones por temor a…Y de cómo aceptamos sin cuestionar los mensajes negativos constantes de una sociedad basada en el miedo, pero de todo esto hablaré en próximos vídeos.
En este momento, lo único que debes sentir es que, a pesar de lo que tu mente está diciendo, a pesar de las circunstancias aparentes, todo está BIEN.
RECUERDA. No tengas miedo al miedo porque este no es real, tan solo es una historia mental sobre lo que podría pasar.
TOMA NOTA, No somos la mente. Somos seres completos y suficientes que conviven con pensamientos que van y vienen.
Te dejo un EJERCICIO para que puedas practicar y ver los resultados por ti mismo o misma, siempre que seas CONSTANTE, SÉ CONSTANTE, SÉ CONSTANTE.
#1 EJERCICIO
Respira lenta y profundamente 4 veces mientras al exhalar sueltas tensión.
Lleva la atención al corazón, pon tus manos sobre este, y siente sus latidos.
Cuando el pensamiento llame tu atención, obsérvalo sin hacer nada, como si fueras un espectador, y vuelve a llevar la atención al corazón.
Cuando sientas miedo, pregúntate:
¿Eso que te inquieta, está ocurriendo en este justo momento?
Deja un comentario en el vídeo o en este post, estaré encantada de leerte.
Muchas gracias ♥