Equilibrio

CRECER FRENTE A LAS DIFICULTADES

 

 

Cierto es que son muchas las circunstancias que se deben superar a lo largo de nuestra vida, algunas de ellas de una gran dificultad, sin embargo, el fin último de estas es evolucionar. Si bien, no todos las afrontamos del mismo modo, pues cada ser tiene una forma distinta de entender el mundo, al igual que unas metas determinadas que alcanzar en relación a su persona, así, lo que para algunos  puede ser un verdadero reto para otros no tendrá casi importancia. Sin embargo, lo que verdaderamente dará un giro a nuestra vida de forma positiva, no es que las circunstancias difíciles dejen de irrumpir en nuestra vida, sino la forma de afrontarlas, y esto se consigue desde el equilibrio interior. Existe en nosotros una fuerza superior capaz de afrontar cualquier dificultad, la cual está por encima incluso de nuestras propias limitaciones. Esta nace de nuestra verdadera naturaleza, libre de cualquier memoria y temor, y a través de ella es posible obtener una vida de armonía en todos los ámbitos sin excepción.

Cuando la dificultad entra en nuestras vidas, generalmente experimentamos un desequilibrio interior que nos confunde y por lo tanto, nos impide tratar el tema con objetividad. El principio de todo está en el pensamiento, el cual analiza la situación con juicio o temor, a lo que le sigue la emoción explotando sin control, y sin prácticamente darnos cuenta, acabamos siendo arrastrados por un torbellino que nos creará una gran desazón. Al final, no estamos luchando contra la situación, sino contra nuestras propias resistencias, las cuales tienen que ver mucho con las vivencias que hayamos tenido a lo largo de nuestras vidas. Evidentemente la forma de afrontar la vida, no solo repercute en nuestras emociones, pues un gran nivel de estrés, y por lo tanto de sufrimiento, puede acabar por afectar nuestro físico, ya que mente, emociones y cuerpo están unidos más allá de nuestro entendimiento.

Las circunstancias que a nosotros llegan no siempre están causadas por el exterior, pues atraemos hacia nosotros lo que en el fondo creemos que es nuestra realidad, utilizando pensamientos negativos, los cuales motivarán más negatividad. Entonces puede que nos preguntemos, ¿por qué me ha tocado a mí? ¿Por qué yo? Y es aquí que tenemos que hacer un ejercicio de observación con respecto de nosotros mismos, para darnos cuenta de que en muchas de las vivencias negativas experimentadas, teníamos algo de responsabilidad, como mínimo en la forma de gestionarlas.

Así, la cuestión no es nunca la  circunstancia externa que a nosotros llega, sino la forma de afrontarla lo que marcará la diferencia entre el equilibrio y el desasosiego, y esto está directamente relacionado con la persona que hemos llegado a ser a través de las experiencias y enseñanzas que nos han formado desde la infancia.  Nuestra verdadera naturaleza se mantiene invisible detrás de un yo-ego al que prestamos toda la atención, debido al enorme desconocimiento que tenemos de lo que en verdad somos en nuestro interior. Sin embargo, la puerta hacia nuestro yo-real está abierta para todos, tan solo será necesario ir más allá del pensamiento, donde la sabiduría del corazón habla.

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